Los acentos
Cuando en el colegio estudié las reglas de acentuación, resultó un pequeño suplicio. Pensaba que quien los había inventado lo único que quería era provocar dolores de cabeza a los niños. Un día descubrí que era muy divertido cambiarlos de lugar. Y fui consciente del gran poder que pueden tener los acentos. Si los cambias, dan paso a palabras surrealistas. Cámion, Gató o Culó. Un besó.